"de vez en cuando los amigos tienen el deber de hacerse sentir como cuando eran niños"

Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas.
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas.
He aprendido a esperar sin razón.
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua.
Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas,
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.








































domingo, 14 de junio de 2009

Hermanos


En el cajetín donde se encuentra el mecanismo de control remoto que abre la puerta del garaje, hace unas semanas, una pareja de golondrinas hizo su nido. Yo pensé que no iba a durar mucho ya que tan sólo estirando el brazo a través de la ventanilla del coche puedo tocar el nido con mis dedos.

Cada vez que entraba o salía le echaba un vistazo para ver como iba su vida.

Mamá o papá golondrina (no sé distinguir muy bien al macho de la hembra -me perdí ese capítulo de Rodríguez de la Fuente-) defendían su nido ante el constante trasiego de coches que iban y venían.
Revoloteaban sobré el capó y poco más.
Era lo único que se puede hacer, - pensaba -.

Fueron pasando los días y el nido continuaba en su sitio. Los "papas" eran persistentes cuidando los huevos y hacían su trabajo diariamente .
Es extraño, quiero confesar, que nadie haya destruido el nido. Nunca imaginé que los polluelos pudieran nacer en esas condiciones de vulnerabilidad.
Día a día me inclinaba sobre el parabrisas para ver como iba el asunto y una pequeña sonrisa me hacía salir un poco más feliz de mi casa.
Pero...
Hoy al salir con mi coche, mamá (o papá) tenía en su pico un pequeño insecto mientras me miraba y de repente, dos minúsculas cabecitas, todo boca, salieron disparadas hacia el cielo pidiendo comida.
Me siento tío de esos dos pequeños polluelos que llamaré Pin y Pon.
De papá y mamá me siento como hermano.
Hermano por compartir este absurdo, a veces inexplicable y sorprendente mundo.

Enhorabuena hermanitos!!!

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