"de vez en cuando los amigos tienen el deber de hacerse sentir como cuando eran niños"

Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas.
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas.
He aprendido a esperar sin razón.
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua.
Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas,
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.








































lunes, 12 de diciembre de 2011

Coherencia infantil



La coherencia infantil ha sido sustituida por la coherencia adulta. Eran demasiadas verdades para mantenerse en la red. Demasiadas visitas para no sacarle provecho económico. El mundo adulto es así.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Pasos para adiestrar a nuestro caballo

Cabalgamos sobre nuestra mente igual que lo haríamos sobre  un caballo: a veces salvaje, otras revoltoso, en ocasiones disperso e incluso algunas tranquilo. Para nuestro largo paseo por la vida, no vendría mal  dar algunas lecciones a nuestro corcel para que el trayecto sea más apacible.  Podemos empezar por la respiración.
Un ejercicio muy sencillo es utilizar la respiración abdominal. Por sí sola, esta respiración tiene  la capacidad de producir cambios positivos en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios. El equilibrio entre ellos es una situación que beneficia a todo nuestro organismo. 

Durante unos minutos, podemos dedicarnos a observar como nuestro abdomen se mueve con la respiración. Si estamos tumbados. Sube cuando cogemos aire y baja cuando soltamos. Diez minutos estaría bien para empezar. Parece fácil, pero nos vamos a encontrar que al cabo de los primeros minutos, si llega, nos hemos cansado de respirar de esta forma. Si nuestro caballo nos ha abandonado y está dando vueltas como un loco por ahí, cógelo con suavidad y proponle que se concentre en la respiración. Las veces que haga falta. Si se dispersa 100 veces, pues 100 veces intentamos que se centre en la respiración. No esperes resultados mágicos al instante. Es una cuestión de paciencia y perseverancia. Si lo repites durante algunos días, se acostumbrará a esa nueva sensación y cada vez será más fácil su entrenamiento.

¡Ven aquí guapo, ven!
-Le pasas la mano por el lomo, le rascas un poco y,  te vas a dar un tranquilo paseo-
Así se empieza.