"de vez en cuando los amigos tienen el deber de hacerse sentir como cuando eran niños"

Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas.
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas.
He aprendido a esperar sin razón.
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua.
Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas,
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.








































jueves, 5 de febrero de 2009

Como desarrollar un virus gástrico




Bien amigos, hoy entramos en el apasionante mundo del virus estomacal. Para desarrollar uno bien gordo hay que reunir los siguientes requisitos: primero agotarse para que bajen las defensas, segundo dormir poco, tercero ir a sitios poco ventilados muy concurridos y con una calefacción asfixiante, cuarto sospechar que estás comiendo algo en mal estado ( placebo negativo, por si acaso)

Os pongo un ejemplo. Buscar en Internet una opción para inscribirse en una media maratón en cualquier ciudad de España que esté en alerta naranja por lluvia y viento. Por ejemplo Torremolinos (Málaga). Luego, ir. Tras quedar más mojado que chiki-chiki debajo de un plástico, esperar un buen rato para cambiarse al terminar la carrera. Al día siguiente, sin poderse uno mover, moverse y meterse en todos los establecimientos abarrotados de gente donde pudiera encontrarse el virus esperando instalarse entre el mundo y tu mucosa intestinal.

Eso es todo amigos. Así es y así se lo hemos contado.



1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Cuídate Angel! te echamos de menos.¿A quien se le ocurre? ;)
Hoy he recibido un correo buenísimo sobre las desgracias que le ocurren a un cincuentón, (jeje no es tu caso)por ir a un gimnasio, que me ha hecho recordarte, (por lo bien que nos tratas, no como al cincuentón del caso)

Un abrazo
Conchi