"de vez en cuando los amigos tienen el deber de hacerse sentir como cuando eran niños"

Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas.
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas.
He aprendido a esperar sin razón.
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua.
Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas,
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.








































lunes, 27 de julio de 2009

Me meo


La posibilidad de que nos caiga un rayo es de 1 entre 2 cuatrillones 187 mil trillones, o sea, (2,187,000,000,000,000,000,000,000)

Bien. Vale. Casi me toca antes la Bonoloto.

Eheeehhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!

Cuidao!!!!!!!!!!!!

No hables muy alto.

Resulta que Roy Sullivan, un guardia forestal, le cayeron a lo largo de sus 36 años de carrera 7 RAYOS

El primero fue en 1942, y le arrancó la uña del dedo gordo. Dentro de lo que cabe tuvo suerte, no?. Siguió haciendo su vida normal; que si "cariño volveré tarde del trabajo", que si "estuve con los amigos echando unas cervezas"....
Vale. Pero en 1969, un segundo rayo le quemó las cejas y lo dejó inconsciente. Esto ya empezó a mosquearle. Ir por ahí sin cejas es un coñazo pero dar explicaciónes de por qué, casi es más. En 1970, otro rayo le cayó en el hombro. Para recordar su accidentada vida se hizo un tatuaje aprovechando la cicatriz. Dos años después, en 1972, un rayo le golpeó en la cabeza e hizo que su cabello se incendiara a lo Michael Jackson. Entonces le dio por hacerse operaciones de cirugía estética e intentar cambiar su karma. pero nada de eso resultó. El 7 de Agosto de 1973, un rayo atravesó su sombrero, quemó su pelo (nuevamente), lo arrojó fuera de su camioneta y le hizo saltar un zapato. Lo del zapato parece una tontería pero durante el resto de su vida solo calzó unas chanclas color azul y nunca más volvió a ponerse zapatos. Ni para la boda de su hijo. Posiblemente al llevar los tobillos desnudos, el 5 de junio de 1976, un sexto rayo le dejó un tobillo en carne viva. Ya medio loco, sus últimos años de vida, vistió durante el trabajo una especie de traje de super héroe con un rayo dorado en el pecho. Así el 25 de junio de 1977, el último rayo lo envió al hospital con quemaduras en el pecho y en el estómago. ¡Toma! Por chulito. Por ir tonteando con rayos en el pecho.

Pero Sullivan no disfrutó sólo de la gloria. A su esposa le cayó un rayo en una ocasión cuando tendía la ropa junto con su esposo en el patio trasero (y de paso le robó su octavo rayo). La cosa es que el rayo iba dirigido a él pero se le cayó una pinza y cuando se agachó le dio a su esposa que estaba detrás.

Roy Sullivan murió el 28 de Septiembre de 1983 a los 71 años cuando por accidente se le disparó una pistola. Sus últimas palabras, cuenta su mujer, fueron: ¡Rayos! ¡¡¡Vaya trueno!!!

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