Si tenemos un problema y lo queremos resolver de una forma creativa. De un modo que nos aporte la seguridad de que no se va a volver a repetir, no podemos aplicar las mismas decisiones que tomamos para las pequeñas cuestiones que se presentan en la vida diaria. Nuestros instintos se anquilosarán si usamos idénticos análisis para todos nuestros problemas.
En los momentos decisivos (pequeñas acciones definitivas ante un abanico de posibilidades) debemos de tener una mirada clara y limpia. Son los “movimientos comprometedores” de los que habla Garry Kasparov.
Hay veces que la decisión es fácil y obvia pero otras veces nos tenemos que dejar llevar por nuestro instinto. Debemos evaluar si vamos a dejar la puerta completamente cerrada. Además evitar que nos sobrepase el deseo de liberarnos de la tensión provocando una resolución errónea.
Como le dijo el lobo al cerdito que vivía en la casa de piedra: “Soplaré cuando haya que soplar”. El lobo no se deja llevar por un estado de ánimo optimista. Ha aprendido de sus errores pasados. Ahora sus decisiones son más precisas y hábiles. No desfallece con el resultado de los anteriores cuentos. Se equivocó, se levantó y vuelta a empezar. Sigue motivado e implicado. Tiene hambre. Construir sin licencia está penado. El cerdito deberá salir de su casa cuando lleguen las fuerzas de seguridad. Allí estará el lobo esperándolo. Ahora le toca pensar a Porky una salida creativa a su futuro problema... ¿tal vez venderle la casa al lobo y todos contentos? ¿Montar juntos un restaurante de comida vegetariana? Soluciones creativas.