Un bache, un revés...
Un agujero en la oscuridad me abriga todas las noches,
Al amanecer, me cubro con la sábana del miedo.
Durante el día, paseo por el desconsuelo
Susurrando desertores argumentos aferrados a mí ombligo.
A veces, me veo perplejo entre tanta basura,
Ahogado en mí mismo
Y cuando no puedo más,
Un sureño aliento me acaricia la nuca,
Cómo fervientes gotas serenas, en medio del Ártico
Que cosquillean mi conciencia.
Deseo, entonces, brotar del crudo e inmaduro manantial,
Humedeciendo la costra cobarde del desdén,
Despegando los retales desorientados del porvenir.
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