Pleno caos relacional. Pienso en qué capacidad tenemos para complicarnos la vida. Qué capacidad tenemos para desear cosas que no son importantes en nuestras vidas y menospreciar las que sí lo son para hacernos felices. Nuestras relaciones son fundamentales en nuestra salud. He leído por ahí que mucho más que dejar de fumar, hacer ejercicio, o comer saludablemente (aunque no nos engañemos, la salud tiene un componente multifactorial, por lo tanto, no tentemos a la suerte)
Acabas conociendo a tu pareja casi tan bien como te conoces a ti mismo. Digo casi porque, ni uno acaba conociendo perfectamente a su pareja, ni tampoco acabamos por entendernos a nosotros mismos. Es complejo. Todo en esta vida es complicadamente sencillo o sencillamente complicado.
Ni dinero, ni fama, ni estatus social...ya sabemos que lo verdaderamente importante es el entramado social que nos rodea y no sólo eso, sino la calidad de esa red, diría yo. Pasamos por momentos difíciles y duros en el mundo de la pareja, de los amigos, de la familia. No pensamos en que ese mundo tiene un coste. No monetario, no económico. Es un coste energético emocional. Querer y hacerse querer supone un esfuerzo. Un esfuerzo que merece la pena porque en ello va nuestra felicidad. Querer ser feliz depende de lo que queramos esforzarnos en serlo. La felicidad no viene sola, hay que currársela. Hay que trabajarla. A veces con más ganas que otras. Ser flexible no rígido. Ser amable no un capullo. Ser dulce no un mala follá. Ser buena gente no un cabrón.
También dejar que el otro sea. Dejarse querer, dejarse llevar, dejar fluir, dejar que suceda lo bueno. Como decía, acabas conociendo a tu pareja, con el tiempo la relación cambia (yo creo que para bien en una relación saludable) y hay que adaptarse. Hay que saber leer la nueva situación. No podemos pretender que todo sea como al principio. Hay que dar soluciones, tampoco consiste en conformarse. Resumiendo, hay que esforzarse. Invertir tiempo. Invertir espacio. Vamos; ponerse manos a la obra. La felicidad no viene solita a tu puerta. A veces llega bien acompañada y nos fijamos más en la compañía que en la propia felicidad y acabamos por olvidar qué hacer para merecerla.
"La vida depende de lo que piensas
de lo que amas
de quién te ama"
Yo. 13.05.2016
-ha pasado un mes-
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