Alguna vez durante vuestra vida seguro que habéis encontrado a alguien que derrochaba felicidad. Un amigo, un individuo que nos presentaron, un familiar que emitía buena onda, con quien sin pensártelo 2 veces hubieras hecho un viaje no importa donde.
Después de muchos años de búsqueda de la felicidad, de comprar décimos de lotería, de hacer grandes viajes, de esperar que suceda algo que cambiará nuestra vida, en definitiva de aferrarnos a la buena suerte o al azar resulta que la felicidad se cultiva y se entrena.
Si queremos que nuestros próximos años estén llenos de momentos felices debemos ponernos manos a la obra ahora. ¿Alguna vez habéis sentido tener el control de vuestras acciones? ¿Habéis llegado a tener una experiencia óptima? Estos momentos no se producen tumbados a la bartola sino cuando hemos llegado a nuestro límite de esfuerzo para conseguir algo difícil y que valiera la pena. Son los desafíos que nos hacen crecer. Estas experiencias no tienen que ser necesariamente placenteras en el momentos de realizarlas. En mi caso particular, por ejemplo, cuando me encuentro haciendo un triatlón de larga distancia no hay parte de mi cuerpo que no me duela, durante 5, 6, hasta 9 horas, el único pensamiento que pasa por mi cabeza es el de parar, el oxígeno no me llega al cerebro, "no siento las piernas"... sin embargo es uno de los mejores momentos de mi vida. Aunque no se entienda bien, en ese momento estaba disfrutando de mí mismo.
En próximas entradas seguiré contando qué podemos hacer para encontrar esos momentos donde el tiempo vuela sin darnos cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario