"de vez en cuando los amigos tienen el deber de hacerse sentir como cuando eran niños"

Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas.
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas.
He aprendido a esperar sin razón.
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua.
Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse
me quedaré,
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas,
Dibujando una elipse
me quedaré,
entre el sol y mi corazón.








































viernes, 8 de enero de 2010

Mi padre es un ninja

La palabra ninja viene del japonés. Este concepto  era utilizado para referirse a los practicantes del ninjutsu como táctica de guerra y no como arte marcial, donde nin significa «escabullirse» y jutsu significa «arte» o «destreza», por lo que juntos el significado es el «arte de escabullirse» o «arte del sigilo».
Según dice la Wiki.
Y ahora viene lo que digo yo:

Mi padre es un ninja.

Hoy me lo ha confirmado.
Yo ya lo venía sospechando desde que era pequeño pero hoy me he dado cuenta de lo ninja que es mi padre.

Esta mañana quería salir con el coche. España está colapsada por el temporal y una gran capa de nieve y hielo cubría y cubre toda la ciudad. Sacar el coche del garaje comunitario sería un problema por la gran rampa helada. Creía que el hielo se habría derretido porque hacía sol y llevaba ya calentando unas cuantas horas.
Mi padre me advirtió:
-No salgas es peligroso
-No va a pasar nada. -Le dije-
Y lo dejé comiendo.
Tranquilamente sentado en la mesa de la cocina.

Cogí mi mochila y salí de casa.
Efectivamente fue imposible sacar el coche.
Un vecino lo intentó y nada.
Yo. Cabezón, también lo intenté.
Deshice el largo camino con el coche, otra vez, hasta la plaza de garaje para volverlo a aparcar.
Todo estaba a oscuras.
Sólo la luz de los faros alumbraba algunas desconchadas columnas y polvorientos coches.
Giré la cabeza para meterlo de culo y por el rabillo del ojo me pareció ver una figura.

-¡Coño! ¡Qué susto!

Era mi padre (con la misma ropa tal cual lo dejé comiendo) que había estado vigilado todos mis movimientos. Desde las maniobras en la rampa a 300 metros de la plaza de garaje hasta mi regreso de vuelta.
Yo no ví a nadie en todo el recorrido.
No sé como llegó tan rápido y se enteró de lo que hice en la puerta de salida.
¡Si yo lo dejé comiendo!
¿Cómo volvió otra vez sin que me percatara?
Y lo peor de todo fue que con mirada de mercenario tuve que escuhar:

-Te lo dije novato!!!!!!

Apagué las luces del coche.
Salí y encendí las del garaje y ya no estaba.
Cuando subí a casa, seguía sentado en la mesa de la cocina comiendo...
Como si nada.
Algún día quiero que me explique sus trucos.
Muchas veces imagino a mi padre protagonizando las grandes batallas del periodo Sengoku.

Yo, a veces, en la soledad de mi habitación, me subo a la cama, me enrollo la almohada a la cabeza y con la raqueta de tenis juego a ser algún día como mi padre, mientras, en mi mesita de noche reposa "El arte de la guerra de Sun Tzu"


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