Un hombre caminando por la selva se topa con un león.
Poniéndose de rodillas ante él, murmura:
– Por favor, no me comas.
– Por favor, no me comas.
La bestia frente a él no se inmuta. Esta vez grita:
– ¡Por favor, no me comaaas!
– ¡Por favor, no me comaaas!
El animal no se da por enterado. Temblando, el hombre le abre las mandíbulas y acerca su cara a los colmillos para volverle a gritar al oído el ruego. Inútil. La fiera no reacciona.
Histérico, comienza a darle patadas en el trasero:
– ¡No me comas! ¡No me comas! ¡No me comas!.
– ¡No me comas! ¡No me comas! ¡No me comas!.
El león despierta de su siesta, muy molesto, salta sobre él y, furioso, comienza a devorarlo.
El hombre se queja:
– ¡Qué mala suerte tengo!.
El hombre se queja:
– ¡Qué mala suerte tengo!.
Alejandro Jodorowsky
Al abrir los ojos, esta mañana
primero intenté recordar donde estaba
después descubrí que mi mente estaba en blanco
e intenté aferrarme a algo, alguna idea, algún problema.
Presentía que tenía algunos rodando mi vida.
Entonces, hice un esfuerzo y vinieron a mi cabeza para salvarme del vacío.
Salí a la calle cabreado. Cada vez más cabreado.
Ya era quien quería ser.
El que se pregunta por qué
El que no entiende
No entiendo
No entiendo
Esto no es lo que quiero
No lo quiero
No lo quiero
Por qué?
Presiento que no lo estamos haciendo bien
No. Esto no es bueno. No sé por qué continuamos así.
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