Durante toda su vida la oscuridad había estado presente de forma constante. A veces, el sol sobresalía entre las nubes de su vida, pero no tardaba mucho tiempo en volverse a esconder. Su existencia, volvía al caos obsesivo, seguramente como consecuencia de su tremenda infancia. Más tarde, los que la rodeaban, también sufrieron, a su modo, los periodos de oscurantismo de su "normal" existencia .
El presentimiento de una vejez dependiente, al cabo de los años se confirmó y su cerebro se deterioró (posiblemente por tantas décadas de ajetreo mental) siéndole diagnosticado la enfermedad de Alzheimer. La oscuridad, entonces, sería permanente según los médicos.
Pero con el tiempo, su carácter, se fue haciendo más dulce, más cariñoso, comenzó a sonreír y a preocuparse menos por aquellas obsesiones que le llevaban a la desesperación. La limpieza dejó de ser su estandarte y comenzó una nueva vida. Los prejuicios desaparecieron y empezó a ver a la gente desde el corazón. No es extraño que los mendigos, los pobres y marginados la saluden por la calle con cariño. Saben reconocer una mirada perdida que busca afecto y amor. Mientras, los cuerdos y "normales" se distancian o incluso le hacen el vacío ante su presencia. Ella se suele parar a dar un beso reconfortante a la mujer que pide a la puerta del supermercado y saludar al pobre con mirada baja que sonríe al verla pasar mientras la ciudad lo sigue haciendo invisible.
Ahora canta, baila, vive y disfruta el día a día, quiere a su marido como nunca lo ha querido. Con cierta sorpresa la oscuridad del Alzheimer se ha hecho luz y se la ve feliz. Aunque sólo sea por unos cuantos años la luz es la luz.
Ya se verá qué pasa más adelante.
Ya se verá qué pasa más adelante.
Como ella suele decir: "espero que los hombres y las mujeres estemos bien"
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