"de vez en cuando los amigos tienen el deber de hacerse sentir como cuando eran niños"
Un día más me quedaré sentado aquí en la penumbra de un jardín tan extraño. Cae la tarde y me olvidé otra vez de tomar una determinación. Esperando un eclipse me quedaré, Persiguiendo un enigma al compás de las horas. Dibujando una elipse me quedaré, entre el sol y mi corazón. Junto al estanque me atrapó la ilusión escuchando el lenguaje de las plantas. He aprendido a esperar sin razón. Soy metálico en el Jardín Botánico Con mi pensamiento sigo el movimiento de los peces en el agua. Un día más me quedaré sentado aquí en la penumbra de un jardín tan extraño. Cae la tarde y me olvidé otra vez de tomar una determinación. Esperando un eclipse me quedaré, Persiguiendo un enigma al compás de las horas, Dibujando una elipse me quedaré, entre el sol y mi corazón.
Al salir de clase, de camino a casa Solía pasar la mano por la áspera pared Saltaba las grietas del camino De aquel sendero viejo Entre árboles que no observaba. Por aquel camino, también, un día, alcancé tu pequeña mano Escalé tu delgado brazo Siempre sucedía al atardecer Entonces encendías tus claros ojos Y me acurrucaba en tu olor El viento pasaba de largo despeinándonos Y tu olor se agazapaba en mi frasco de los recuerdos. Uno de esos árboles de al lado, Donde alguna vez nos subimos y jamás miramos Nos ofrecía su rama extendida Para que pudiéramos reírnos juntos Para sentarnos en ella y columpiarnos También para serenarnos Y reírnos de vientos y huracanes pasados De huracanes y vientos futuros. Pasaban los días y mientras, nos reíamos y balanceábamos En aquella rama, de aquel árbol que no recordamos Nunca nos despeinamos, ni sentimos el peligro de vientos ni huracanes Aunque rugieran a nuestros pies Porque aquel árbol de al lado nos embrujó. Hoy, estoy junto a la rama de aquel árbol que sigue en pie. Que ahora sí observo y Sigue en pie, te lo aseguro. Mirando el vacío de esa rama Con su fuerza, creo estar embrujado todavía.
Del beso se hizo un silencio. Y... Nos escuchamos profundamente Hablamos nítidamente; durante. Nos miramos más de cerca Rozamos con más consciencia; mientras. Aquel día...del mismo silencio Surgió un nuevo beso. En aquel preciso instante. Fue él, ese, el verdadero beso. Ese beso especial brotó del más absoluto silencio Silencio que sólo pudo analizar él Desde su más profunda caverna se giró Contemplando la superficie revuelta, colorida y confusa.
Nadie más lo vio. Ni vio aquella superficie indignada. Porque nadie existía cuando ese beso surgió. Nadie observó, condicionó, conspiró ni contaminó. Pero sólo aquel día, solo aquel: el primer día del primer beso.
Con la palabra en la mano Uno, se va ahogando lentamente Con los dedos afilados de letras Uno, se estrangula el cerebro Con los lentos reflejos de la supervivencia Con cada frase, al hablarse, uno, da un paso atrás Y uno, se acerca al infinito precipicio de aquellas las palabras Lentas y mentales que nos hacen caer lentamente. Y lentamente uno se aferra Y no suelta la mente lenta, lenta... Lenta...
Siempre la llevo en el ojal Esa flor que me mira y te mira de perfil Roja, brillante, olorosa Deja su rastro por allá donde voy. A veces, me invade como un lloriqueo constante Que llega a desesperar. ¿A ti también? No. (A mí, sólo a mí) Deseo desprenderme de su aguda presencia Que tiene su origen en mi estupidez Donde encuentro ese refugio Esa oscuridad para relajarme Bajo el dintel del cuarto de estar de mi ignorancia La ()